27 dic 2011

ÓooLEee!!!


No soy un gran aficionado del fútbol, pero cuando tuve la oportunidad de ir al Estadio el Campin a ver a mi Selección Colombia en el Mundial Sub-20 esta palabra hacía que los hinchas llenaran de magnanimidad a los jugadores que se esforzaban para ganar el partido, cada vez que la gritaba al unísono con 44.000 espectadores sentía como se erizaba la piel y me llenaba de ganas para seguir apoyando a mi equipo. Aquella palabra la acompañábamos de olas de humanos, cantos de alegría y saltos de afición desordenada que causaba admiración entre los jugadores del equipo contrario.

En pleno siglo XXI siento con sosiego y entusiasmo la trascendencia de esta palabra que ha pasado de espectáculos medievales a espectáculos modernos de fútbol y se utiliza ya en muchos países europeos que no necesariamente son de habla hispana, pero (siempre hay un pero) qué pasa con países como Colombia en donde las leyes son contradictorias y no prohíben espectáculos arcaicos, vetustos, obsoletos, ridículos, anómalos e irrisorios como las corridas de toros señalándolos de artísticos, nobles y estéticos?.





Estaba repasando el Estatuto Nacional de Protección Animal (LEY 84 DEL 27 DE DICIEMBRE DE 1989) y como me decía un profesor: los colombianos tendemos a hacer nuestras leyes lo más hermosas y “maquilladitas” posibles para que los países extranjeros contemplaran nuestra Constitución Política, pero que ni por el <putas> se atrevieran a analizarlas y desglosarlas porque son un completo disparate e incoherencia. Y tiene mucha razón, por ejemplo el Artículo número 1 del Capítulo 1 promulga: "A partir de la promulgación de la presente Ley, los animales tendrán en todo el territorio nacional especial protección contra el sufrimiento y el dolor, causados directa o indirectamente por el hombre” y su parágrafo: “La expresión "animal" utilizada genéricamente es este Estatuto, comprende los silvestres, bravíos o salvajes y los domésticos y domesticados, cualquiera sea el medio físico en que se encuentren o vivan, en libertad o en cautividad". Hasta ahí muy bien, pero deja mis dudas con respecto a prácticas ejercidas en las Corridas de Toros; pero continúo.   


El Articulo 2 divulga lo siguiente: “Las disposiciones de la presente Ley, tienen por objeto:

a. Prevenir y tratar el dolor y el sufrimiento de los animales;
b. Promover la salud y el bienestar de los animales, asegurándoles higiene, sanidad y
condiciones apropiadas de existencia;
c. Erradicar y sancionar el maltrato y los actos de crueldad para con los animales;
d. Desarrollar programas educativos a través de medios de comunicación del estado y de los establecimientos de educación oficial y privados, que promuevan el respeto y el cuidado de los animales;
e. Desarrollar medidas efectivas para la preservación de la fauna silvestre.”


Y prosigo con apartes del artículo número 6 del Capítulo 2: "….Se presumen hechos dañinos y actos de crueldad para con los animales los siguientes:

a. Herir o lesionar a un animal por golpe, quemadura, cortada o punzada o con arma de fuego;
d. Causar la muerte inevitable o necesaria a un animal con procedimientos que originen sufrimiento o que prolonguen su agonía. Es muerte inevitable o necesaria la descrita en los artículos 17 y 18 del Capítulo V de esta Ley;
f. Convertir en espectáculo público o privado, el maltrato, la tortura o la muerte de animales adiestrados o sin adiestrar;
g. Usar animales vivos para entrenamiento o para probar o incrementar la agresividad o la pericia de otros animales;
i. Usar animales cautivos como blanco de tiro, con objetos susceptibles de causarles daño o muerte con armas de cualquier clase;
y. Lastimar o arrollar un animal intencionalmente o matarlo por simple perversidad."


Y he aquí uno de los artículos más absurdos y contradictorios (Artículo 7) y dice así: “Quedan exceptuados de lo expuesto en el inciso 1, en los literales a, d, e, f y g del artículo anterior, el rejoneo, coleo, corridas de toros, novilladas, corralejas, becerradas y tientas, así como riñas de gallos y los procedimientos utilizados en estos espectáculos”. ¿Y por qué? ¿Qué de especial tienen estas prácticas salvajes, medievales y sobre todo sanguinarias? ¿Acaso los toros, los novillos, los becerros y los gallos no tienen derecho a una vida digna en Colombia?

Que le echen el cuentico a otro con que no se puede tampoco acabar con una tradición de siglos que hace parte de la idiosincrasia del pueblo, que nos fue traída de los españoles, a la que ya estamos acostumbrados y nos harían falta si nos las quitan. Y aquí toco otro tema que nos compete a todos y es el hecho de que no tenemos memoria histórica ni política porque para mi todavía es inconcebible que los “españoles” nos hayan dejado algo bueno (con el fin de no herir susceptibilidades).

Hay una gran diferencia en el sacrificio de animales, como las reses y las gallinas, cuando son para nuestra alimentación, a cuando se utilizan para la diversión como en las corridas de toros y las riñas de gallos, y de esto habla un experto: Rodrigo García, profesor de Bioética de la Universidad de San Buenaventura en Cartagena.

Estaré loco o algo obsesionado con el tema quizá pero se me hace que a nosotros los colombianos y a nuestros animalitos nos siguieran haciendo el óooolee todo porque no se cuántos intereses políticos y económicos hay detrás de este negocio, y  como dice un cantante: ese es el negocio, socio. 

Por ahora el único óooolee que seguiré gritando y apoyando será el que hace el hincha desde la tribuna provocando pero al hincha rival y el que hace para animar a su equipo.



Si quieren consultar la normatividad de Colombia aquí les dejo esta belleza: http://www.dib.unal.edu.co/promocion/etica_ley_84_1989.pdf



26 dic 2011

Mi Primer Recomendado!

El mismo día de su muerte había recibido el primer ejemplar impreso de ¡Que viva la música!, una novela escrita en 1975 que, para muchos críticos, constituye la obra precursora de la literatura urbana en Colombia. 


Todo un mito de la cultura colombiana de los 70’s, el escritor y cineasta Andrés Caicedo (Cali 1951) afirmó alguna vez que vivir más allá de los 25 años era una "insensatez" y, consecuente con esas palabras, en marzo de 1977 puso fin a su vida con 60 pastillas de seconal.


En menos de diez años de trabajo creativo, publicó artículos sobre cine en los periódicos Occidente, El País, El Pueblo y en la revista Ojo al Cine. Todo un escritor prolífico, que escribió obras de teatro, guiones de cine y sinnúmero de cuentos y relatos cortos y que en su mayoría han sido publicados póstumamente.


La narrativa de Caicedo nos remite siempre a la ciudad de Cali, a sus calles y plazas, y a un universo de adolescentes, con sus fiestas, pensamientos absurdos y amores inocentes o perversos. Noche sin fortuna narra las aventuras de Patiño Solano la noche que asiste a su primera fiesta, los quince años de su amiga Angelita. 

Solano, su nombre lo anuncia, es un joven solitario inentendido, enfermizamente tímido, que busca el apoyo de un compañero de escuela, Danielito Bang. Poco a poco las situaciones van pasando de lo cotidiano a lo grotesco y por último a lo macabro, a un horror donde los personajes parecen extraídos de La Noche de los Muertos, film de George Romero. La noche de fiesta acaba con una serie de sangrientos asesinatos y actos de canibalismo.


Novela sobre jóvenes y escrita en el lenguaje que hablan esos jóvenes, con un lenguaje expresamente colombiano que dificultaría su traducción a cualquier otro idioma. Caicedo muestra un más "sólido" trabajo de ficcionalización. Los lugares pueden ser reales, pero tienen algún detalle que los “desrealiza”, como ese circulo absolutamente oscuro en medio de la luminosa Plaza Sears, que impide ver de una esquina a la otra. De igual manera están construidos los personajes, y el lector puede tomar como naturales la inseguridad y manías de Solano.

Tanto los lugares, los personajes y como las situaciones de esta novela están más relacionados con la fantasía del autor, con sus temores y obsesiones más íntimos. Casi podríamos decir que narra alguna estancia de la vida de Caicedo. En este mismo libro se incluyen, como anexos, dos textos en los que el autor profundiza en Danielito y Antígona, la pareja que al final de la novela protagoniza un sangriento acto sexual  (la Antígona de esta novela es “una especie de símbolo de la mujer destructora, a la vez portadora de placeres, amante de los bosques y encantadora de hombres”). Pero ambos figuraban, junto con Angelita y Solano, en el libro de cuentos Angelitos empantanados, escrito en 1971 y publicado en 1977. Y la mencionada escena final está ya descrita en "Los dientes de caperucita" (1969). 


El crítico y poeta Juan Gustavo Cobo Borda, sin dejar de reconocer algunos problemas formales en la narrativa de Caicedo, encuentra que su fuerza “no reside en el desvarío de la alucinación sino en el peso reprimido de su contención: la demencia como fruto del rigor.” Demonios personales y rigor literario, características esenciales para la formación de un verdadero escritor, algo que sin lugar a dudas fue Caicedo. 


"No puedo más con la vejez de mi adolescencia,
ya no puedo más con las exigencias que me hacen
los malditos intelectuales ni con las que me hace mi
alma educada según el cumplimiento del deber y del 
arrepentimiento"

Léanlo y ustedes tendrán la capacidad de penetrar en la burbuja de horror que les proporciona el mundo de jovencitos burgueses caleños de la época y de explorar los sentimientos de este tal "Solano" tímido y con una imaginación sin igual.



Un buen sitio para conocer a Andrés Caicedo: http://andrescaicedo.bravehost.com/biografia.html