Todo un mito de la cultura colombiana de los 70’s, el escritor y cineasta Andrés Caicedo (Cali 1951) afirmó alguna vez que vivir más allá de los 25 años era una "insensatez" y, consecuente con esas palabras, en marzo de 1977 puso fin a su vida con 60 pastillas de seconal.
En menos de diez años de trabajo creativo, publicó artículos sobre cine en los periódicos Occidente, El País, El Pueblo y en la revista Ojo al Cine. Todo un escritor prolífico, que escribió obras de teatro, guiones de cine y sinnúmero de cuentos y relatos cortos y que en su mayoría han sido publicados póstumamente.
La narrativa de Caicedo nos remite siempre a la ciudad de Cali, a sus calles y plazas, y a un universo de adolescentes, con sus fiestas, pensamientos absurdos y amores inocentes o perversos. Noche sin fortuna narra las aventuras de Patiño Solano la noche que asiste a su primera fiesta, los quince años de su amiga Angelita.
Solano, su nombre lo anuncia, es un joven solitario inentendido, enfermizamente tímido, que busca el apoyo de un compañero de escuela, Danielito Bang. Poco a poco las situaciones van pasando de lo cotidiano a lo grotesco y por último a lo macabro, a un horror donde los personajes parecen extraídos de La Noche de los Muertos, film de George Romero. La noche de fiesta acaba con una serie de sangrientos asesinatos y actos de canibalismo.
Novela sobre jóvenes y escrita en el lenguaje que hablan esos jóvenes, con un lenguaje expresamente colombiano que dificultaría su traducción a cualquier otro idioma. Caicedo muestra un más "sólido" trabajo de ficcionalización. Los lugares pueden ser reales, pero tienen algún detalle que los “desrealiza”, como ese circulo absolutamente oscuro en medio de la luminosa Plaza Sears, que impide ver de una esquina a la otra. De igual manera están construidos los personajes, y el lector puede tomar como naturales la inseguridad y manías de Solano.
Tanto los lugares, los personajes y como las situaciones de esta novela están más relacionados con la fantasía del autor, con sus temores y obsesiones más íntimos. Casi podríamos decir que narra alguna estancia de la vida de Caicedo. En este mismo libro se incluyen, como anexos, dos textos en los que el autor profundiza en Danielito y Antígona, la pareja que al final de la novela protagoniza un sangriento acto sexual (la Antígona de esta novela es “una especie de símbolo de la mujer destructora, a la vez portadora de placeres, amante de los bosques y encantadora de hombres”). Pero ambos figuraban, junto con Angelita y Solano, en el libro de cuentos Angelitos empantanados, escrito en 1971 y publicado en 1977. Y la mencionada escena final está ya descrita en "Los dientes de caperucita" (1969).
El crítico y poeta Juan Gustavo Cobo Borda, sin dejar de reconocer algunos problemas formales en la narrativa de Caicedo, encuentra que su fuerza “no reside en el desvarío de la alucinación sino en el peso reprimido de su contención: la demencia como fruto del rigor.” Demonios personales y rigor literario, características esenciales para la formación de un verdadero escritor, algo que sin lugar a dudas fue Caicedo.
"No puedo más con la vejez de mi adolescencia,
ya no puedo más con las exigencias que me hacen
los malditos intelectuales ni con las que me hace mi
alma educada según el cumplimiento del deber y del
arrepentimiento"
Léanlo y ustedes tendrán la capacidad de penetrar en la burbuja de horror que les proporciona el mundo de jovencitos burgueses caleños de la época y de explorar los sentimientos de este tal "Solano" tímido y con una imaginación sin igual.
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