No soy un gran aficionado del fútbol, pero cuando tuve la oportunidad de ir al Estadio el Campin a ver a mi Selección Colombia en el Mundial Sub-20 esta palabra hacía que los hinchas llenaran de magnanimidad a los jugadores que se esforzaban para ganar el partido, cada vez que la gritaba al unísono con 44.000 espectadores sentía como se erizaba la piel y me llenaba de ganas para seguir apoyando a mi equipo. Aquella palabra la acompañábamos de olas de humanos, cantos de alegría y saltos de afición desordenada que causaba admiración entre los jugadores del equipo contrario.
En pleno siglo XXI siento con sosiego y entusiasmo la trascendencia de esta palabra que ha pasado de espectáculos medievales a espectáculos modernos de fútbol y se utiliza ya en muchos países europeos que no necesariamente son de habla hispana, pero (siempre hay un pero) qué pasa con países como Colombia en donde las leyes son contradictorias y no prohíben espectáculos arcaicos, vetustos, obsoletos, ridículos, anómalos e irrisorios como las corridas de toros señalándolos de artísticos, nobles y estéticos?.
El Articulo 2 divulga lo siguiente: “Las disposiciones de la presente Ley, tienen por objeto:
a. Prevenir y tratar el dolor y el sufrimiento de los animales;
b. Promover la salud y el bienestar de los animales, asegurándoles higiene, sanidad y
condiciones apropiadas de existencia;
c. Erradicar y sancionar el maltrato y los actos de crueldad para con los animales;
d. Desarrollar programas educativos a través de medios de comunicación del estado y de los establecimientos de educación oficial y privados, que promuevan el respeto y el cuidado de los animales;
e. Desarrollar medidas efectivas para la preservación de la fauna silvestre.”
a. Herir o lesionar a un animal por golpe, quemadura, cortada o punzada o con arma de fuego;
d. Causar la muerte inevitable o necesaria a un animal con procedimientos que originen sufrimiento o que prolonguen su agonía. Es muerte inevitable o necesaria la descrita en los artículos 17 y 18 del Capítulo V de esta Ley;
f. Convertir en espectáculo público o privado, el maltrato, la tortura o la muerte de animales adiestrados o sin adiestrar;
g. Usar animales vivos para entrenamiento o para probar o incrementar la agresividad o la pericia de otros animales;
i. Usar animales cautivos como blanco de tiro, con objetos susceptibles de causarles daño o muerte con armas de cualquier clase;
y. Lastimar o arrollar un animal intencionalmente o matarlo por simple perversidad."
Y he aquí uno de los artículos más absurdos y contradictorios (Artículo 7) y dice así: “Quedan exceptuados de lo expuesto en el inciso 1, en los literales a, d, e, f y g del artículo anterior, el rejoneo, coleo, corridas de toros, novilladas, corralejas, becerradas y tientas, así como riñas de gallos y los procedimientos utilizados en estos espectáculos”. ¿Y por qué? ¿Qué de especial tienen estas prácticas salvajes, medievales y sobre todo sanguinarias? ¿Acaso los toros, los novillos, los becerros y los gallos no tienen derecho a una vida digna en Colombia?
Que le echen el cuentico a otro con que no se puede tampoco acabar con una tradición de siglos que hace parte de la idiosincrasia del pueblo, que nos fue traída de los españoles, a la que ya estamos acostumbrados y nos harían falta si nos las quitan. Y aquí toco otro tema que nos compete a todos y es el hecho de que no tenemos memoria histórica ni política porque para mi todavía es inconcebible que los “españoles” nos hayan dejado algo bueno (con el fin de no herir susceptibilidades).
Hay una gran diferencia en el sacrificio de animales, como las reses y las gallinas, cuando son para nuestra alimentación, a cuando se utilizan para la diversión como en las corridas de toros y las riñas de gallos, y de esto habla un experto: Rodrigo García, profesor de Bioética de la Universidad de San Buenaventura en Cartagena.
Estaré loco o algo obsesionado con el tema quizá pero se me hace que a nosotros los colombianos y a nuestros animalitos nos siguieran haciendo el óooolee todo porque no se cuántos intereses políticos y económicos hay detrás de este negocio, y como dice un cantante: ese es el negocio, socio.
Por ahora el único óooolee que seguiré gritando y apoyando será el que hace el hincha desde la tribuna provocando pero al hincha rival y el que hace para animar a su equipo.
Si quieren consultar la normatividad de Colombia aquí les dejo esta belleza: http://www.dib.unal.edu.co/promocion/etica_ley_84_1989.pdf