Creamos aquello en lo que creemos. Pero creer es una expresión subjetiva, del carácter de un sujeto que se va esculpiendo a sí mismo, a imagen y semejanza de lo que cree.
Este creer se recrea interiormente. Al concebir el mundo nos concebimos, a nosotros mismos! Y ésta puede ser a la vez una maravillosa oportunidad o una catastrófica condición. Depende sólo de nosotros. No es lo que nos hagan, ni lo que nos pase. Es lo que hacemos con lo que nos pasa o nos hacen.
Nos pueden suceder cosas que nos lleven a convertir la vida en acumulación de sucesos, pero le podemos suceder a los eventos y convertir la vida en procesos entretejidos, sencillos y llenos de sentido, porque son procesos vivos.
Estar vivos, en términos humanos, significa encender el fuego del corazón y, en un proceso continuo de transmutación, ascenderá a orbitales cada vez mas incluyentes de la consciencia. A una escala humana, la consciencia es la clave de nuestras creencias y creaciones, de nuestra pobreza o grandeza de espíritu, de nuestras relaciones con nosotros mismos y la naturaleza.
Si el alma es el intérprete de la música del espíritu, el carácter es su instrumento, cuyo temple depende de tres estrategias: control, que nos permite acceder a la confianza; compromiso que nos da la oportunidad de disfrutar la vida en presente, y desafío, que nos lleva a vivir originalmente. Así afinamos el instrumento para dar la única nota correcta en la sinfonía de la vida; nuestra propia nota.
El control no es controlarse en el sentido de reprimirse, pues paradójicamente cuando más tratarnos de controlarnos más cerca estamos de la pérdida del control. No es una lucha contra el viento y la corriente de la vida: es el arte de mantener la dirección desde el timón. El timón, que orienta las velas del barco de la vida para guiarlo en la correcta dirección, es nuestra visión del mundo.
Todo cuanto vemos, todo cuanto concebirnos y hacemos, está enmarcado en una visión del mundo, que determina el cómo vernos las cosas y cómo nos vernos a nosotros. Estas imágenes son la materia prima del mundo en que vivimos, pues en realidad el universo humano es más una creación interior, que un cosmos de objetos externos y ajenos, cuya acción se soporta o se sufre.
Despertar es literalmente abrir los ojos a nuestra manera de ver las cosas, pues esa manera determina cómo las vivimos. Y más importante que vivir en sí, lo cual podría simplemente llevarnos a sobrevivir, es cómo vivimos, Cómo se vive, así es la calidad de la vida, su colorido, aquello que hace que vivir tenga sentido. El sentido, es también presente, permite comprender las lecciones del pasado y restaura la esperanza, que es confianza en el porvenir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario